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Grupo Tao. Rescatando el eslabón perdido del candombe beat.

No es de extrañar que el nombre Grupo Tao retumbe únicamente en los oídos de los coleccionistas más sibaritas, ya que la banda apenas editó un puñado de canciones a principios de los setenta y encontrar los discos que las contienen es casi imposible. Si a esto le sumamos que nunca llegaron a pisar un escenario y ni siquiera alcanzaron a cumplir un año juntos, todo parecería indicar que estaban destinados al completo olvido, hasta ahora.

 El sonido de la música uruguaya en la recta final de los años sesenta estaba cambiando. El beat con el que todos habían movido la patita estaba siendo filtrado y mezclado con sonidos autóctonos, dando como resultado un estilo con identidad y voz propia, todo esto sazonado con el tronar de los tambores. Los parlantes de la década del sesenta se preparaban para darle la bienvenida al candente ritmo del Candombe Beat.

 Grupo Tao fue uno de los tantas bandas que se vieron cautivadas por la nueva cadencia sonora pero tan solo cuatro canciones fueron su único legado; “Quiereme un poquito”, “A nadie importo yo”, “La divagancia” y “Un sabor a miel” se mezclan entre temas de otras bandas y artistas uruguayos en los discos; “La industria uruguaya Vol. 1” y “La industria uruguaya Vol. 2”, dos “ensaladas” que buscaban mostrar a los nuevos talentos uruguayos. Ambos editados en 1970 por el sello ECO.

 Nueve nuevos temas. Una nueva historia.

Para encontrar esos discos es necesario revolver infinidad de cajones y trillar muchas ferias y aun así nada aseguraba dar con una copia. Pero durante más de cincuenta años una caja custodió celosamente una cinta, hasta que un día Eduardo Balas, uno de los integrantes fundadores de la agrupación, en pleno plan de orden de su garage logra rescatar el material. El resto es historia para empezar a escuchar y descubrir.

 La cinta data del dieciocho de marzo de mil novecientos setenta y en sus entrañas anidaban nueve temas, donde figuran tres covers, un “popurri” y cinco composiciones propias. Ninguno de los integrantes de Grupo Tao es capaz de recordar qué los motivó a realizar esa grabación hace casi medio siglo atrás, si se trata simplemente de un ensayo, una maqueta, o una forma de ganarle al tiempo y dejar un testimonio sonoro.

 Al momento de enfrentarnos a las canciones podemos captar inmediatamente que la grabación está invadida por una atmósfera lúdica. Una especie de juego donde estaba permitido que se mezclara el pegadizo beat, los tintes más pop, baladas empalagosas, psicodelia, la sonoridad latinoamericana y el repiquetear de la lonja. Un mix únicamente posible gracias a que cada jugador ya conocía las reglas antes de ponerse a jugar.

 El “super grupo”.

 Grupo Tao es más que una banda que logró colarse en un par de discos. Estamos frente a una especie de “supergrupo”, que a causa de su fugaz aparición (y desaparición) no llegó a desarrollar al máximo su potencial. Entre sus integrantes podemos destacar al guitarrista Enrique Rey Magrini quien años después plasmará algunos de los riffs más característicos del Candombe Beat en Totem. En este trabajo podremos apreciar además su talento como compositor.

 Otra singularidad a destacar es el papel protagónico que juega la voz de Nilda Ciparelli, quien para ese momento era una cantante consolidada. A finales de los cincuenta, con Julio Cheda, integró Los Picolinos, trío vocal que gozó de gran popularidad en Uruguay y sus alrededores. A mediados de los sesenta, junto a Julio y otros artistas nacionales, se corona como una de las estrellas de “la nueva ola uruguaya”, cosechando éxitos en ambas orillas del Río de la Plata.

 Julio Cheda, responsable de las cuatro cuerdas del grupo, también contaba con un jugoso currículum, en su más temprana adolescencia había conformado un cuarteto vocal dedicado al folklore; Los Misioneros, luego fue parte de Los Picolinos, llegó a tocar con los Hot Blowers y fue una figura clave en la planilla de “la nueva ola uruguaya”. Antes de conformar Grupo Tao había girado por Brasil junto con su banda Los Tigres.

 Por su lado, Eduardo Balás, guitarrista y Leonardo Guaglianone, el baterista del grupo, eran “veteranos” en el mundo del beat. En 1964 formaron una banda que se llamó Les Renards, quienes en 1968 logran romper un Récord Guinness tras tocar por más de sesenta y cinco horas sin interrupciones. Su hazaña quedó plasmada en el documental “Only Noise; las 65:45 horas de gloria de Les Renards”.

 Por último y no menos importante, tenemos al maquinista detrás de las tumbadoras; “Jhonny” Magrini, hermano de Enrique Rey y el menor de todos los integrantes. Entró a la banda casi que de casualidad, pero su corta edad no fue excusa para que dominara con destreza las lonjas, llevando la percusión a cumplir una labor fundamental en temas como “Cha cha Cha”, “Candombe” y “A nadie importo yo”.

 De la mano de "Cólera para ti", nueva subsidiaria de Little Butterfly Récords, que busca rescatar la memorablilia de la música uruguaya de los años 60' y 70', Grupo Tao vuelve para reclamar el lugar que le corresponde en la historia de la música popular uruguaya. Hoy podemos ser testigos del valioso aporte que en su momento hubieran podido sumarle a un género que estaba en pañales gracias a la solidaridad de Eduardo Balas por poner a
disposición las cintas, la investigación llevada a cabo por Gonzalo Montes y Leonardo Bianco, el rescate sonoro de Fabrizio Rossi y el apoyo de Little Butterfly Records.

 

 

 

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